domingo, 25 de octubre de 2015

EL SALTAMONTES








Los saltamontes, como buenos insectos que son, tienen tres partes: cabeza, tórax y abdomen, con un par de patas en cada una de ellas. Las del abdomen son más largas con lo que pueden dar esos enormes saltos. Pensad que para el tamaño de un saltamontes los saltos que dan es como si un atleta fuese capaz de saltarse un edificio.

Las antenas les sirven para orientarse, detectar peligros, oler la comida, etc. pues son sensibles a la humedad y al calor. Comen sobre todo hierba, pero también hojas y frutos de las plantas que mastican muy bien con sus mandíbulas.

Tienen ojos de los llamados “compuestos”, es decir que en realidad son muchos ojos pequeñitos unidos, por lo que ven como si fuera a través de una red como les pasa a muchísimos insectos.




 Respiran también como suelen hacerlo los insectos, gracias a unos agujeritos que tienen por todo el cuerpo y que comunican con unos pequeños tubos por los que circula el aire.

Tienen el oído al principio del abdomen, donde hay una membrana o “tímpano” que les permite oír los sonidos del ambiente.

Debajo de las alas de fuera, que son más duras, hay otro par de alas que son casi transparentes y suelen tener color, con las que pueden volar durante algunos segundos, suficientes para escapar. También sirven para que otros saltamontes vean sus colores y sepan la especie de su colega. Por tener este tipo de alas se llaman “ortópteros” que significa “alas rectas”.


 Hay saltamontes migradores, las famosas “langostas” que pueden volar durante horas y recorrer grandes distancias pudiendo alcanzar velocidades de más de 3 km/h. Cuando esos miles o incluso millones de langostas llegan a un sitio lo invaden y se comen todos los vegetales siendo una verdadera “plaga”.



A los saltamontes también se los comen otros insectos como las mantis y algunos escarabajos, así como las hormigas cuando son pequeños, casi recién nacidos. Les gustan también a las ranas, a las arañas, a las aves (sobre todo codornices y alondras), a los erizos, a las musarañas y a algunas rapaces como el cernícalo, el ratonero, etc.




Los saltamontes machos deslizan la doble hilera de pequeñas espinas que tienen en la tibia (segunda parte de la pata) sobre el fémur (primera parte) para emitir unos sonidos con los que atraen a las hembras.


Una vez que se ha producido el acoplamiento la hembra pone los huevos debajo de la tierra (a unos 3 cms.) gracias a su “perforadora” en forma de cuchillo que se llama “ovopositor”. Luego los envuelve con saliva que se endurece y forma una cápsula que se llama “ooteca”. Esto sucede a fines del verano o en otoño y poco después, al llegar los primeros fríos, los adultos mueren pero las crías nacerán en primavera, en abril.


Son de color blanquecino y en pocos minutos se liberan del huevo pero corren el riesgo de ser devoradas por las hormigas. Si consiguen sobrevivir pasarán de ser larvas a adultos en unas seis semanas. Los saltamontes realizan mudas igual que las serpientes: al cabo de unas seis ya se consideran adultos y dentro de un par de semanas más estarán preparados para reproducirse.




Leo, junto con un grupo de compañeros, es el principal buscador de saltamontes y en general de insectos que suele encontrar en los recreos y algunos ratitos por su barrio.




 

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