Como ya sabéis, Rabita estuvo en la consulta veterinaria para que su doctora le explorase su gestación. Pasó el tiempo y esos pequeños gazapos no nacieron.
La veterinaria nos dijo que había varias opciones: Podía dar oxitocina para estimular a la coneja en el trabajo del parto; otra alternativa era sacar los gazapos vía cesárea...
Habían pasado ya los 35 días y era probable
que los bebés estuvieran muertos.
La otra opción era dejar que la naturaleza siguiera su curso. Podía expulsarlos naturalmente o también quedarse dentro. Así existía el riesgo de que se volviera infértil debido a los bebés retenidos.
Vigilamos a RABITA para detectar signos de enfermedad, como no comer o beber.
Más tarde supimos que las conejas tienen la capacidad de reabsorber el tejido fetal.
Los gazapos pueden quedarse dentro momificados. La coneja se quedaría embarazada nuevamente y pariría los gazapos fallecidos
con la siguiente camada viva. Finalmente podría retenerlos para
siempre, con el riesgo de infecciones que esto conlleva.
RABITA no sufrió ninguna infección, pero sí ha quedado infértil.
Decidimos que era el momento de trasladarla al campo con la gallina BIZCOCHO, el pato CLEO y la gata CANELA.
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